
Agencia SINC
Un estudio llevado a cabo por el grupo de investigación del Laboratorio de Fisiología del Esfuerzo de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) revela que el ejercicio aeróbico interpuesto en un circuito de resistencia aislada aumenta el consumo de oxígeno y el gasto de energía, más que el entrenamiento de circuito convencional.
Los resultados, publicados en PLOS ONE, muestran que el protocolo de entrenamiento que más kilocalorías gastó fue el que menos esfuerzo supuso a los participantes, a pesar de que todos los protocolos tenían la misma duración e intensidad. Estos datos ayudarán a diseñar programas con diferentes tipos de ejercicios equivalentes en el gasto de energía, lo que permitirá comparar con precisión el efecto de los mismos sobre la salud.
Tanto la capacidad de resistir un ejercicio físico más o menos prolongado (capacidad cardiovascular) como la fuerza muscular se relacionan con la salud futura. Es decir, una persona con una mejor capacidad cardiovascular o una mayor fuerza muscular tendrá muy posiblemente una mejor salud en años venideros.
Por ello, cada vez se recomienda más ambos tipos de ejercicio para mejorar la salud. Ambos entrenamientos también son utilizados en el tratamiento de la obesidad, patología con incidencia alarmante en los países desarrollados.
En este sentido, los científicos han llevado a cabo un experimento para medir el gasto energético de tres entrenamientos diferentes: una sesión de fuerza con máquinas de pesas; una sesión de fuerza muy similar pero utilizando el llamado peso libre (barras, discos y mancuernas); y una tercera sesión en la que se alternaron ejercicios de fuerza en peso libre, con ejercicio cardiovascular. El objetivo del trabajo fue determinar qué protocolo gasta más kilocalorías comparando una sesión de igual duración e intensidad.