
Beatriz Portinari / El País
El planteamiento parece sencillo: un cigarrillo electrónico es menos tóxico que uno tradicional. Pero no se sabe si es más o menos o igual de cancerígeno. Si se compara el humo del tabaco con el humo de los dispositivos, es un hecho objetivo que estos últimos contienen menos nicotina y alquitrán. Pero al mismo tiempo, los científicos advierten de la alta concentración de metales pesados (como el cromo, el plomo o el níquel) y sustancias cancerígenas (como la acroleína, formaldehído y acetaldehído) en los aerosoles del vapeo. según la Agencia Internacional Contra el Cáncer.
Es decir: el cigarrillo electrónico podrá tardar más o menos en provocar daños en el organismo, pero lo acabará haciendo. En el Día Mundial Sin Tabaco, que se celebra cada 31 de mayo, continúa el debate sobre si los e-cigarrillos son tan perjudiciales como para plantearse una restricción de su uso y sobre todo evitar que los adolescentes se inicien en su consumo.