
A. Otero / ABC
Es bien sabido que la obesidad, tal y como han demostrado infinidad de estudios, se asocia a un mayor riesgo de enfermedades muy graves y potencialmente mortales como las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer. Un aspecto a tener muy en cuenta en el caso de los ‘adultos del mañana’, esto es, los niños y adolescentes, que ya llevan arrastrando las consecuencias del peso excesivo desde edades muy tempranas y, de no revertir la situación, acumulando un riesgo muy notable de morbimortalidad a lo largo de toda su vida. De ahí la importancia, vital, de tomar medidas para frenar la pandemia de la obesidad en los menores. Más aún cuando se contempla la posibilidad de que los afectados no tengan la ‘capacidad’ para dejar de comer. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de São Paulo (Brasil), las conexiones entre las regiones cerebrales implicadas en la regulación del apetito se encuentran interrumpidas en el caso de los niños y adolescentes con obesidad.