
Por OMENT
Como se comentó en la primera parte del artículo, el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe plantea un sistema alimentario que busca reducir la malnutrición al incrementar la disponibilidad, el acceso y la utilización de los alimentos, así como su estabilidad. En esta segunda parte abordaremos la utilización de los alimentos y la estabilidad de las dimensiones de seguridad alimentaria y nutricia.
La utilización de los alimentos se refiere al impacto que la calidad de la alimentación y las condiciones de vida tienen en la nutrición y salud de los individuos. El estado de nutrición de la población se ha visto afectado por una tendencia al aumento del sobrepeso y la obesidad en todas las edades y sectores de la población, la cual coexiste con la desnutrición.
En América Latina persiste un ambiente obesogénico que favorece el sobrepeso y la obesidad. Este entorno se caracteriza por la amplia presencia y bajo costo de productos ultraprocesados, que promueve un consumo excesivo. Estos productos, que están empacados listos para consumirse, suelen tener menor calidad nutricia, por lo que en exceso pueden afectar la salud. La compra de productos ultraprocesados es cinco veces mayor en países de bajos y medianos ingresos, en comparación con países desarrollados. El bajo nivel adquisitivo de la población dificulta y desplaza el consumo de una dieta variada que incluye alimentos frescos y saludables como verduras, frutas, leguminosas, frutos secos y granos integrales, así como de platillos caseros.
América Latina es la 4ª región del mundo en la venta de productos ultraprocesados, con 129.6 kilogramos por persona al año. En México se supera el promedio regional (214 kg anuales per cápita), siendo el 1º lugar en la región y 4º a nivel mundial. Cabe mencionar que Chile es el 2º lugar en la región y 7º a nivel mundial, mientras que Argentina y Uruguay también superan el promedio regional. En México se muestra un incremento de 29.2% en la venta de productos ultraprocesados respecto al año 2000, es decir, un 2% de incremento anual.
Se recomienda que los sistemas de alimentos, es decir, el procesamiento, la distribución y la venta de alimentos tengan mayor prescencia en la formulación de políticas públicas. Estas políticas pueden estar encaminadas a utilizar mejor los alimentos, promover el consumo de alimentos saludables, desincentivar el consumo de productos altos en azúcar, sal y grasa, así como mejorar el acceso a agua potable y brindar atención médica, educación alimentaria y nutricia.
Por otra parte, es esencial que las dimensiones de seguridad alimentaria y nutricional sean estables para garantizar que los alimentos estén disponibles, accesibles y sean utilizados de manera adecuada en todo momento. Sin embargo, los sistemas agroalimentarios están expuestos a crisis y dificultades económicas, conflictos políticos y sociales y al impacto ambiental, como desastres naturales y causados por la acción humana.
Los patrones de producción y consumo de alimentos generan un impacto importante sobre el medio ambiente, al aumentar la extracción de agua, la degradación de los suelos, la pérdida de biodiversidad y la persistencia de la deforestación. También han aumentado los desastres naturales, que afectan más a la población rural porque su medio de vida suele depender del clima, y existe una baja capacidad de preparación y recuperación frente a ellos. Un tercio de la población de América Latina y el Caribe vive en zonas de riesgo de desastres naturales. Además de estos fenómenos, se estima que el cambio climático también reduciría la productividad y los ingresos agrícolas al presentar cambios en los patrones de temperatura y lluvias en el rendimiento de cultivos, aumentando más la vulnerabilidad de la población.
Por otro lado, el desperdicio y pérdida de alimentos es alarmante. Se estima que un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se pierde o se desperdicia en América Latina y el Caribe (34%), es decir, unos 1300 millones de toneladas anuales. Los grupos de alimentos más desperdiciados son las frutas, verduras, raíces y tubérculos, con una tasa de desperdicio de 45%. A estos le siguen los pescados y mariscos (35%), cereales (30%), y al último los lácteos, carne de res y leguminosas (20%). Asimismo se desperdician recursos al producirlos, como agua, tierra, energía, mano de obra y capital. Además, se generan gases de efecto invernadero innecesarios que contribuyen al calentamiento global y cambio climático, que a su vez afecta la agricultura. Es un ciclo difícil de romper, que disminuye aun más la posibilidad de una dieta adecuada.
Para evitar estas pérdidas se recomienda actuar a nivel de los pequeños agricultores, puesto que es en la producción donde está el mayor desperdicio. La producción de alimentos no es eficiente, hay una falta de asistencia técnica y de mantenimiento y las instalaciones de almacén y refrigeración de los alimentos no son adecuadas. Además, se recomienda mejorar las vías de traslado de la producción agrícola a otros sitios de procesamiento o distribución, apoyar a la infraestructura, capacitar frente a emergencias para actuar eficientemente, prepararse para adaptarse y mitigar el cambio climático y gestionar mejor los recursos naturales para hacer el sistema más sostenible.
Así como la variabilidad en los precios de los alimentos afecta a la población más vulnerable obligándolos a reducir la cantidad y calidad de alimentos, ésta impacta también a los países que importan sus alimentos. Es preocupante la influencia de los precios a nivel internacional en el ámbito local, que es en donde impacta directamente a la población.
Para concluir, en América Latina y el Caribe se cuentan con suficientes alimentos, más un difícil acceso a una alimentación saludable y un consumo orientado a alimentos densos en calorías, que repercute en el estado de salud y nutrición de la población, en conjunto con un estilo de vida sedentario y niveles educativos bajos. Es preciso adoptar las medidas necesarias para que se asegure una alimentación adecuada para la población latinoamericana y caribeña.
Referencia:
FAO/OPS. Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2016. Disponible desde: http://www.fao.org/3/a-i6747s.pdf