
SALVADOR GARCÍA LIÑÁN / El Financiero
Existen dos clases de “grasas trans” en los alimentos: natural o artificial. Las “grasas trans” naturales se producen en los intestinos de algunos animales y los alimentos se elaboran con esas grasas, ejemplos: productos de carne, leche, etc.
Las grasas “transfal” artificiales (trans fatty acids) son elaboradas para un proceso industrial en el cual se agrega hidrógeno y sodio a los alimentos como los aceites vegetales para hacerlos más compactos.
Las “grasas trans” son utilizadas para darle un sabor más agradable a las comidas y es utilizada en los restaurantes para freir todo tipo de comidas. Las “grasas trans” elevan el nivel de colesterol malo (LDL) y reducen el nivel de colesterol bueno (HDL), incrementando el riesgo de enfermedades del corazón, infartos, pudiendo desarrollarse diabetes tipo 2.
Antes de 1990 se conocía muy poco el daño que las “grasas trans” ocasionaban al ser humano. En 1992 se iniciaron las investigaciones para identificar los efectos adversos para la salud de las “grasas trans” (trans fats). Basado en tales descubrimientos, la FDA de EU instituyó regulaciones para poner en las etiquetas de los alimentos: “0 gramos de grasas trans”, aunque normalmente suelen contener pequeñas cantidades de grasa animal menor a medio gramo.