
A. Otero / ABC
Cada vez es mayor el número de estudios que constatan que la flora intestinal juega un papel fundamental en la regulación de muchas de las funciones vitales de nuestro organismo, caso del metabolismo y de la actividad del sistema inmune. Y asimismo, que el desequilibrio en la composición de esta microbiota intestinal, esto es, que haya más o menos especies bacterianas ‘buenas’ o ‘malas’, se asocia a un mayor riesgo de desarrollo de distintas enfermedades, entre otras la diabetes, la obesidad y distintas patologías autoinmunes. Sin embargo, el impacto de las bacterias que conviven en nuestro intestino no acaba aquí. De hecho, un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Nottingham(Reino Unido) muestra que la flora intestinal también condiciona la rigidez –o flexibilidad– de nuestras arterias. O lo que es lo mismo, nuestro riesgo de aterosclerosis, sugiriendo así que las medidas para modificar la composición de esta microbiota –caso de la dieta, los fármacos o los probióticos– podrían ser muy importantes para prevenir las enfermedades cardiovasculares.